Yo creo que para implantar con la celeridad que necesitamos la Economía Circular la principal barrera es la educación. Tenemos la capacidad tecnológica, pero necesitamos capacitar a las personas para abordar todo este potencial. Los ciudadanos son actores clave en el nuevo paradigma circular. Hay un recurso escaso y crucial que hay que administrar muy bien y del que casi nunca se habla: la capacidad de esfuerzo del ciudadano. La conciencia ambiental está creciendo, pero su capacidad de esfuerzo es limitada. A la gente le cuesta aceptar cambios de comportamiento. Por tanto, hemos de reservar esa limitada capacidad de esfuerzo para movilizarla en acciones realmente relevantes desde el punto de vista ambiental.
Yo añadiría, por un lado, una coherencia normativa, un marco jurídico estable y homogéneo a nivel municipal, autonómico y nacional y, por otro lado, indicadores. Yo creo que mejorar el indicador siempre es un incentivo, sobre todo para las administraciones públicas. Por último, hacen falta nuevos sistemas de financiación que incentiven la colaboración público-privada.
OM. Completamente de acuerdo. Para acometer exitosamente un cambio económico y social tan profundo será necesaria una enérgica orientación política y legislativa que sitúe a la circularidad en el centro de cualquier toma de decisiones. Ese papel de señalar los objetivos, marcar los tiempos y definir las reglas para orientar los esfuerzos de todos. Necesitamos además potenciar la colaboración público-privada, que todavía tiene que ganar en confianza, que tiene que legitimar la propia ciudadanía y la Administración. La parte privada, para realmente ganarse la legitimidad por la parte pública, tiene ser mucho más transparente, y tiene que entrar de lleno en el concepto de rendición de cuentas. Los planes de transparencia tienen que ser una obligatoriedad en las compañías y tienen que ser una palanca que rompa esta barrera de lo público-privado. Nosotros nos hemos puesto en marcha con un Plan de Transparencia Activa, con un Panel de Consulta mediante el cual vamos contrastando con expertos cómo estamos avanzando.
CM. Es necesario que el ciudadano lo exija.
El éxito de la implantación de cualquier modelo económico, en este caso como el que queremos buscar de la economía circular, está en manos del ciudadano. Yo creo que el mayor acto de confianza, más importante que el acto de votar, es el de consumir, y ese está en manos de los ciudadanos. Bajo el lema ‘cerrar el círculo’, el objetivo es impulsar la competitividad, crear empleo y, como no podía ser de otra manera, generar crecimiento sostenible.
CM. ¿No os parece que, en este proceso de transformación global del que estamos hablando, el propio mundo de las alianzas también está cambiando en sí mismo? Los modelos de alianzas que había antes se han quedado algo caducos.
OM. Como sociedad tenemos que aprender que vamos a ser muchísimo más fuertes si en lugar de competir continuamente, somos capaces de pasar a compartir. Compartir información, compartir ideas, compartir proyectos… Creo que la sociedad está dando los pasos y estamos en una sociedad mucho más colaborativa. En nuestro caso tenemos claro que es imposible hacerlo solos: creemos que el futuro pasa sí o sí por entender que la clave está en las alianzas. En 2017 hemos estado muy activos en la creación de nuevas alianzas, llegando a acuerdos con SEO Birdlife para el proyecto Libera o con Fundación ‘la Caixa’ para el proyecto de inclusión socio laboral ‘Reciclar para cambiar vidas’.
CG. Bertrand Russell tiene una frase que lo ejemplifica muy bien, dice: “Compartir es un término que en innovación es bastante contradictorio, porque compartir no quiere decir dividir, quiere decir justo multiplicar”. Eso nos hace volver a la idea de alianzas, sobre conexión de las personas.
CM. En el ecosistema del emprendimiento ya se trabaja de esa manera, un ejemplo es el TheCircularLab que habéis impulsado desde Ecoembes.
TheCircularLab es un espacio que está funcionando como catalizador de cambios y permite que avancemos más rápido la hoja de ruta en la que como sociedad tenemos que avanzar hacia una economía más circular. Queremos dar un salto cualitativo en el sector del reciclaje, transformacional, que abarque toda la cadena de valor, desde el ecodiseño hasta el upcycling.
Un año después, el balance es más que positivo: empezamos con apenas 20 proyectos; hoy son 165 iniciativas las que se están desarrollando y hemos lanzado empresas tras incubarlas. TheCircularLab es también un espacio abierto en el que sumamos a universidades, centros tecnológicos, emprendedores y grandes empresas a la tarea de buscar soluciones innovadoras, que toma la ciudad como banco de pruebas. Un espacio para la disrupción, donde experimentamos con drones, diseñamos un cubo de basura inteligente, o ideamos el envase del futuro, experimentos enfocados a que los cambios que necesitamos sucedan a mayor velocidad. Colaboración, flexibilidad, ilusión y ambición son algunos de los adjetivos que mejor describen la atmósfera de trabajo de este centro.
CM. En ese sentido, el ciudadano es quien quiere hacer cosas y a quien acude es a su municipio.
Desde Ecoembes lo tenemos muy claro. Si tenemos 20 años de vida es en parte por la implicación y la cercanía con el mundo local.
CG. Habéis hecho un trabajo extraordinario en sensibilización e implementación a nivel local.
OM. No habría sido posible sin ellos. Con muchas cosas que mejorar, pero lo hemos visto y hemos crecido de la mano de los 8.125 ayuntamientos con los que colaboramos. La Declaración de Sevilla por la Economía Circular es un ejemplo: un acuerdo unánime independientemente del color político para apostar por una Economía Circular desde la Administración Local. Con el ciudadano en el centro, pero desde el mundo local.
CM. Me gustaría que hicierais una valoración global sobre el estado de la innovación en España. Según una encuesta que habéis elaborado en COTEC señalabais que hay una percepción positiva hacia la innovación, pero ¿qué se está haciendo en España en términos de innovación?
CG. España tiene la dificultad de convertir el potencial científico en potencial económico. La investigación tiene que conseguir impactar en la vida de las personas y el camino para ello es la innovación. Hay que innovar de una manera más eficiente.
OM. Estamos hablando de una innovación necesaria, práctica y enfocada a la sociedad, y sobre todo al medio ambiente.
CM. Vosotros siempre decís que todavía no existe el envase del futuro, que lo estáis inventando, que de momento es una incógnita… Esto nos lleva a la importancia de conectar la investigación con objetivos reales, concretos.
Si, TheCircularLab lleva sólo un año, y nos ha demostrado que si focalizas tus esfuerzos de innovación, la capacidad de crecimiento es brutal.
Y conocimiento, muchas veces hay resultados científicos que ya están, hay que conectarlos de alguna manera. Innovar también es conectar conocimiento de una manera distinta, y hay ahí una gran oportunidad.
Nosotros hemos visto en el espacio de Emprendimiento de TheCircularLab cómo han multiplicado exponencialmente los proyectos cuando les hemos sentado desde distintos sectores. Por ejemplo, nunca pensé que iba a tener ingenieros de telecomunicaciones en Ecoembes.
CG. Creo que al final también faltan ejemplos, que la gente los viva y los entienda bien. Un ejemplo muy bueno es el deporte: igual que hacer deporte es bueno, practicar la innovación es bueno, te hace sentir bien.
Eso es cierto, y además si la gente siente que innova, aporta más. Lo vemos en Ecoembes, tenemos un programa de intra-emprendimiento, IDEA y cuando lo lanzamos teníamos muchas dudas de si todo el mundo iba a colaborar. Con una plantilla de 135, se presentaron 140 ideas. Hemos visto que cuando a la gente le hemos dicho “trae tus ideas, que la compañía las va a aplicar”, el ambiente es mucho más positivo y productivo. Desde el mundo empresarial tenemos gran parte de responsabilidad de promover la innovación como una herramienta, y para ello necesitamos plataformas como COTEC.
Efectivamente, la innovación requiere complicidad para poder implementar. Si no hay complicidad de los agentes, es muy difícil que haya avances.
Para cerrar, ¿Cómo os gustaría imaginaros el mundo en el 2030?
A mí me gustaría que dentro de 15 años podamos hacer un balance positivo de la Agenda 2030 y estemos en condiciones de ampliar nuestros horizontes. Vivamos en un mundo más justo e inclusivo, en el que se evidencie el impacto positivo, incuestionable, que tiene la innovación en la sociedad y el planeta. Con ciudadanos que hayan reactivado su espíritu crítico y se hayan reconectado a su entorno. Una sociedad con acceso a información veraz, donde la transparencia no sea una excepción. Un 2030 donde contemos con una sociedad dispuesta a aportar más, a ser capaz de decir: “yo también puedo, yo también quiero aportar”.
El futuro me parece impredecible, pero soy positiva y creo que en 2030 estaremos impregnados de los mejores valores de la especie humana: empatía, compromiso, solidaridad… Creo que estaremos más abiertos y tendremos una educación más multicultural y donde espero que los jóvenes realmente abracen ese cambio basado en lo mejor de la persona.
OM. Me gustaría imaginarme un 2030 con ciudades que tienen un aire mucho más limpio, naturaleza y océanos sin basura, personas que aman el medio ambiente, con conciencia de su impacto global y con respeto de lo local, una sociedad con productos de consumo más sostenibles, mínimo desperdicio, tecnología al servicio del planeta, líderes que no conciban el éxito sin un claro propósito ambiental y social. En ese sentido, ya lo decía Peter Drucker, tenemos la mejor manera de crear el futuro, que es precisamente creándolo. Empecemos ya desde el presente y creemos ese futuro.